Una conversación con Erica Katz

La autora de La ley del más hombre, Erica Katz, nos deja entrar en su proceso de creación

La ley del más hombre es un escabroso relato sobre el sexo y el poder. La trama sigue a la joven protagonista mientras va abriéndose paso en el estimulante pero a veces traicionero mundo de los bufetes de élite de Manhattan. La autora también es abogada y escribe bajo el alias de Erica Katz.

¿Por qué te decidiste a escribir con pseudónimo en lugar de con tu verdadero nombre?

La principal razón es que mi vida tiene unos paralelismos muy marcados con los de la protagonista. Yo fui a una facultad de Derecho de primera fila, he trabajado en un importante bufete de abogados, vivo en Nueva York y soy morena. El libro es ficción de principio a fin y lo que no me gustaría es que se desvirtuase el mensaje que quiere dar: generar una conversación franca sobre cómo y dónde deberían cambiar las cosas para las mujeres y las minorías en los espacios de trabajo. Pero si en cambio la gente se dedicase a intentar averiguar qué bufete retrato en el libro o quiénes son las personas que aparecen, se estaría enturbiando el mensaje. Lo cierto es que no es ningún bufete en concreto, y desde luego tampoco ninguno para el que yo haya trabajado. Los personajes son ficticios, y tienen un cometido: generar conversación. Y la conversación se enturbia si la gente cree que son reales. Sin querer revelar nada, en el libro se relata una agresión sexual, y, personalmente, no me gusta nada cómo suele hablar la gente sobre las víctimas de estas agresiones. Cualquiera puede ser víctima o agresor en un momento dado. El personaje al que atacan comete muchos errores a lo largo del libro. Y yo espero que los lectores se sientan libres de criticar lo que hace mal pero sin por ello cuestionar que a ella también le han hecho algo horrible. Y creo que a la gente le resulta más incómodo cuando les pasa eso mismo a personas reales, de ahí también que prefiera que quede claro que no es una persona real.

Bueno, pero, aunque la protagonista sea un personaje de ficción, ¿hasta qué punto tus vivencias personales como abogada marcaron tu escritura?

A ver, desde luego esa angustia general que siente Alex Vogel cuando se adentra en un enorme bufete de abogados en su primer día de trabajo, ese ambiente de competitividad y esos horarios exigentes creo que no están para nada sobredimensionados. Y luego está ese estilo de vida al que te expones, entre las cenas caras y esos clientes que no reparan ni en gastos ni tampoco en expectativas. La base de todo eso es real, pero yo no viví ninguna de esas experiencias en concreto. El tiempo que estuve trabajando en uno de los bufetes más importantes del mundo fue una experiencia maravillosa. Y sigo trabajando en primera línea. Pero lo que cuento también existe. Y el marco general, ese bombardeo de correos o esa especie de estatus de celebridad que tienen algunos socios del bufete, todo eso parte de mi propia experiencia, claro. Por lo demás, ese trasfondo más procaz, así como las partes más escabrosas del libro, no se alejan mucho de la realidad, la verdad… Es una pena pero es así. Todo eso existe y cualquiera que haya leído un periódico en los últimos tiempos conocerá más de un caso.

¿Qué deberían esperar los lectores de tu novela?

A mí me gustaría que el libro supusiera una vía de escape de este mundo en el que vivimos ahora. Me gustaría que hiciera pensar a la gente en una Nueva York muy distinta. Esta ciudad es también un personaje del libro y en él está llena de restaurantes abiertos y vida nocturna y es muy distinta del mundo de la Covid-19 en el que vivimos ahora y que tan triste me pone. Así que espero que por lo menos la gente pueda utilizar este libro como si fueran unas vacaciones, fuera o dentro de casa, de la vida tal y como la vivimos ahora mismo. La ley del más hombre es un libro muy divertido, que tiene además mucho ritmo y un propósito claro. La idea es que la gente empiece a leerlo y no se pueda despegar de él. Y a quienes no conozcan de cerca las grandes corporaciones de este país también les sirve como ventana para echar un ojo a ese mundo. Otra cosa que me gustaría es que les diera a los lectores enjundia para sus conversaciones de sobremesa, como pasó con mis amigos y mi familia, que siempre destacan lo lamentable que es que las grandes empresas de nuestro país sigan negándose a ascender a mujeres o a personas negras o de otras etnias, así como a las que pertenecen al colectivo LGTBIQ+. El libro toca todos esos temas sin entrar a juzgar. Es como si yo dijera: «Mirad, esto es lo que hay, estos son algunos temas, leed el libro y luego corred por ahí a hablar sobre ellos».

¿Cómo fue el proceso de escritura de este libro?

Mi proceso de escritura fue bastante natural. Digamos que yo no me propuse escribir una novela. Yo lo que quería era convertirme en un ser humano más estable en una época en la que me sentía muy inestable. Y entonces, cuando ya llevaba más de nueve meses escribiéndola, pensé que la historia estaba bastante bien, aunque en ese momento la trama giraba en torno a un romance entre compañeros de trabajo. Me pareció que me estaba quedando muy bien. Hasta que volví a leerla cuando creí que estaba acabada y me pareció un bodrio, que la historia estaba fatal. Es verdad que era muy plana y la protagonista me caía gorda. Así que conservé como un diez o un veinte por ciento de lo escrito y luego construí otra historia. Trataba más sobre las amistades de ella en el bufete y las relaciones que tenía con los clientes, con ese romance laboral relegado a un segundo plano. Y creo que así la lectura es mucho más interesante. Vamos, creo que se podría decir que en un principio mi idea era escribir un libro muy distinto, y, aunque los personajes son los mismos, lo borré todo. Así que lo que ha quedado es mi segundo intento.

Has mencionado ya que te inspiraste en tu trabajo en la abogacía de élite y en el mundo de las grandes corporaciones en general, así como en tu vida en Nueva York. Pero ¿de dónde más sacaste la inspiración para escribir y crear estos personajes e historias?

La verdad es que investigué y me documenté bastante. Internet es una maravilla. La gente se pasa la vida contando sus historias por internet. Así que cada vez que quería escribir sobre algo que no sabía y no conocía a nadie que lo hubiera vivido de primera mano, en lugar de perder tanto tiempo intentando localizar a alguien que quisiera contarme su vida, consultaba internet y punto. Te metes por un lado y no sabes por dónde puedes salir, es muy interesante. Para todo lo que yo no había experimentado, me encontraba con cientos de testimonios de mujeres y otras personas que sí lo habían vivido. Y luego esas historias te llegan muy adentro, pero, siempre que las dejes marinar en tu interior, después puedes escribir desde la sinceridad. Me suelen preguntar si tengo pensado dejar mi trabajo. Tú misma me lo preguntaste cuando nos conocimos y te dije que me daba un miedo tremendo dejarlo y quedarme sin buenas ideas. Si me quedara sin más en casa, intentando tener buenas ideas, es posible que las ideas no me vinieran. Así que tampoco llevo tan mal lo de ser abogada.

Netflix va a producir una película basada en La ley del más hombre. ¿Puedes contarme un poco más sobre el tema? Por cierto, enhorabuena.

Sí, al final Netflix ha comprado los derechos. La leyó Michael Sugar, que es un productor increíble, y pujó fuerte por ella. Y él es el único hombre de mi círculo más cercano. Mi editora, mi publicista, mi agente, todas son mujeres supercañeras. Pero Michael Sugar me convenció con la idea de película que tiene para mi libro. Y confío en él para que lo lleve a la gran pantalla. Creo que va a ser un trabajo estupendo si llega a hacerla también él. Con estas cosas siempre hay que coger con pinzas la información, pero, por lo que sé, están en ello. Va a ser una pasada ver a mis personajes encarnados por actores y actrices. Pero, por lo que a mí respecta, yo solo he escrito un libro. Así que todo lo demás bienvenido es.

 

Una entrevista de Jiji Ugboma para Cleverish Magazine.

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