Entrevista a Caz Frear

Caz Frear: «Aunque la labor de los detectives es singular, son seres humanos con defectos».

En primer lugar, Corazón despiadado es la segunda novela escrita por usted en la que aparece la detective Cat Kinsella. ¿Podría contarles a quienes no hayan leído el primer libro un poco del argumento de Dulces mentiras, la primera entrega de la serie?

¡Por supuesto! En Dulces mentiras conocemos al personaje de Cat Kinsella, una joven detective de la Policía Metropolitana que empieza a pensar que su padre pudo haber estado involucrado tanto en el asesinato que ella está investigando como en la desaparición de una adolescente ocurrida en el año 1998 en la costa occidental de Irlanda. En gran medida es el relato de una investigación puramente policial, si bien añade también fuertes connotaciones de novela negra de ambiente familiar o doméstico, porque Cat se esfuerza por mantener un equilibrio entre su responsabilidad profesional y sus lealtades personales.

Cat solo tiene 26 años. Al igual que todos los millennials, de pequeña escuchaba a las Spice Girls, es un poco insegura, tiene cargas emocionales, es inteligente pero tiene defectos... ¡Parece una persona real! Díganos por qué escogió una protagonista que resulta tan cercana.

Me alegra mucho que los lectores digan que se identifican con Cat, porque eso es exactamente lo que he pretendido. Yo quise que Cat fuera una mujer “corriente”, no la típica súper heroína que lucha contra el crimen. Cat comete errores, duda de sí misma y se sirve de la comida y del alcohol como muletas emocionales, pero es mucho más inteligente y más capaz de lo que ella misma se considera. En resumen: no es muy distinta de la mayoría de nosotros.

Creo que es posible que exista una tendencia de ver a los detectives, sobre todo a los que investigan homicidios, como personas increíblemente singulares. Aunque la labor que llevan a cabo sí que es singular, ellos son seres humanos, con sus defectos, sus días buenos y sus días malos, y, esencialmente, tienen que ganarse la vida igual que el común de los mortales. La verdad es que mi intención fue la de presentar a un grupo de personas “normales” que desempeñan un trabajo poco habitual, y espero que eso sea lo que la gente vea en Cat.

También nos encantan los integrantes del equipo de Cat, sobre todo Steele, esa supervisora superbajita y superfemenina que asusta a todo el mundo, y Parnell, que es un poco como un padre para Cat. Da la sensación de que ella los considera más de su familia que a sus parientes auténticos. ¿En qué se inspiró a la hora de crear estos personajes?

Antes de dedicarme por entero a escribir, pasé muchísimos años trabajando en oficinas, así que conozco bastante bien esa dinámica y los estrechos vínculos que se forman cuando se está trabajando un día tras otro con las mismas personas. De hecho, uno pasa el doble de tiempo con los compañeros de trabajo del que pasa con la familia, de modo que es lógico que termine siendo un reflejo de dicha relación: las peleas, las disputas. Pero esencialmente uno sabe en todo momento que ellos lo protegen. Además, como a Cat se le murió la madre hace varios años y la relación con su padre raya en lo tóxico, quise proporcionarle una cierta estabilidad. Parnell es su roca, y Steele en cierto sentido es una figura maternal (aunque no siempre estén de acuerdo la una con la otra).

El personaje de Steele se basa en una persona para la que estuve trabajando hace ya casi veinte años, durante un período muy corto. Me encantaba ver cómo engañaba a la gente con su estatura y con su forma de vestir tan femenina, porque era, con mucho, la persona más dura con la que uno podía trabajar. Era siempre muy divertida y muy justa, pero esperaba el cien por cien de esfuerzo por nuestra parte, y si no lo obtenía podía armarse una buena.

Hablando de la familia: en Corazón despiadado vislumbramos brevemente lo feliz que es Cat con Aidan, pero su pasado y sus relaciones con la familia siempre están proyectando su sombra sobre dicha felicidad...

Así es, Cat y Aidan son verdaderamente felices, pero solo uno de ellos sabe que dicha felicidad está basada en una mentira, lo cual ofrece un gran potencial dramático. Aidan no es simplemente el “amorcito” de Cat, sino también su principal problema. Su vida sería mucho menos complicada si Aidan no formara parte de ella, pero como Aidan es la persona menos complicada que ha conocido jamás, le cuesta mucho separarse de él. Se siente fascinada por su sencillez, su simplicidad, y a pesar de todo le resulta increíblemente cómodo estar con él, algo que tiene mucha importancia, dado que desde pequeña ha estado rodeada de individuos que tenían una personalidad bastante compleja y destructiva.

 Y la de Cat no es la única familia complicada que hay en el libro. ¡Cuéntenos más cosas de Corazón despiadado!

Sí, sí, los Madden y sus cuñados, los Connor, logran que la familia de Cat parezca casi normal (casi). En Corazón despiadado, Cat y el equipo investigan el asesinato de una joven australiana que solo llevaba unos meses en el Reino Unido. Todas las pruebas apuntan rápidamente a un tipo atractivo pero muy narcisista llamado Joseph Madden, que, según creen, pudo haber tenido una relación con la víctima. Joseph afirma que apenas la conocía y que la noche del asesinato él estaba con su mujer, Rachel, pero cuando ésta contradice su coartada, a Cat le encargan la tarea de indagar en los entresijos de su matrimonio a fin de entender si de verdad es cierto lo que afirma Joseph: que su mujer intenta incriminarlo. Se trata de averiguar a quién hay que creer, y el argumento va complicándose y retorciéndose a medida que el caso gana en complejidad y adquiere mucha más trascendencia de la que creíamos al principio.

Además, en el mundo de Cat todavía pesan mucho los graves sucesos ocurridos en Dulces mentiras.

¿Qué le depara el futuro a Cat?

Como es tan joven y acaba de empezar su carrera profesional, las posibilidades que tiene son infinitas. Justo acabo de terminar de escribir la tercera entrega de la serie, que se titulará Shed no tears; en ella aparece Cat en una actitud bastante reflexiva, intentando decidir qué es lo que quiere hacer con su vida y con su carrera, hasta dónde llega su ambición, etc.  Pero, pase lo que pase, siempre habrá emoción. Lo que sucedió en Dulces mentiras la hizo replegarse hacia un rincón, y algunas de las decisiones personales que tomó a lo largo de Corazón despiadado regresarán, inevitablemente, para atormentarla. Me gusta pensar que Cat es capaz de encontrar momentos de felicidad, pero nunca anda muy lejos la siguiente catástrofe personal...

¿De dónde obtiene la información para narrar procedimientos policiales que resultan tan convincentes?

Llevo obsesionada con lo policíaco (tanto en la literatura como en el cine y las series) aproximadamente desde que tenía diez años, de modo que yo diría que me he construido una base de conocimientos de forma bastante orgánica. De todas formas, también trabajo con un agente de policía en activo al que consulto a diario. Me ayuda con los procesos y las políticas, pero también me enseña a crear un ambiente de autenticidad. Una de las primeras cosas que me enseñó fue que cuanto más sube uno en el escalafón, menos participa en la investigación de un caso. Por ese motivo el papel de Steele es más de orientación y de gestión que de acción; por ejemplo, rara vez participa en los interrogatorios. Aunque no pasa nada por que me tome alguna que otra licencia poética en cuanto a los procesos (al fin y al cabo, esto es ficción), sí que me esfuerzo para que el entorno y las relaciones parezcan tan auténticos como sea posible. Es muy importante que el lector se crea el mundo que he construido.

¿Se dedica en exclusiva a la labor de escritora?

Sí, en ese sentido soy muy afortunada. Como he trabajado muchos años en oficinas, me esfuerzo en tratarlo como cualquier otro trabajo: me siento ante el ordenador a eso de las ocho y media, paro para comer y para hacer algún que otro descanso, y después escribo hasta las cinco de la tarde, más o menos. Pasar todo el día sin compañía de nadie resulta bastante solitario, pero las redes sociales son un regalo del cielo. Y los escritores de novela negra son tan majos y sociables que siempre hay reuniones a las que acudir si necesito salir de casa.

 Por último, pero no por ello menos importante, ¿quiénes son sus ídolos literarios?

Tengo muchos, pero los dos a los que siempre recurro son Tana French y Lynda La Plante, aunque forman un dúo bastante extraño porque son dos escritoras completamente distintas. Lynda La Plante es verdaderamente la reina del arte de construir tramas y crear ritmo. Es una maestra a la hora de narrar una historia, y trato sus novelas como si fueran libros de texto. En cambio Tana French es mi autora favorita por su increíble prosa, su humor irónico y la aguda definición de sus personajes. Además, fue la primera autora que me enseñó que, para que un personaje fascine al lector, no es necesario que le guste; tan solo tiene que ser tridimensional.

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